in Cuadernos de Historia
Tucídides. Desastres de la guerra (Traducción, introducción y notas de Roberto Torretti)
Es probable que casi nadie se hubiese imaginado hace algunos años que una pandemia nos aislaría dentro de nuestras casas por más de ocho meses, o que ahora para salir a la calle se haya tornado imprescindible usar una mascarilla. Ni el mismo Roberto Torretti tenía previsto algo similar a aquello en el año 2018, fecha en que el libro que reseño quedó listo para la imprenta. Sin duda, la realización de este trabajo fue un acierto, más aún teniendo en cuenta los complejos y alborotados tiempos presentes. Las personas, en busca de alguna orientación frente a estos días inciertos, hicieron que la literatura sobre enfermedades y pestes se pusiera de moda. Libros como La peste de Albert Camus o el Ensayo sobre la ceguera de José Saramago fueron altamente demandados. Lo interesante de todo esto es saber que ambos autores, para escribir sus obras respectivamente, estudiaron toda la literatura sobre pestes y plagas que les llegó a las manos.
El famoso historiador Tucídides aporta con una importante pieza de lo anterior y no se queda corto en esa categoría, sino que también aborda otros problemas sociales muy similares a los que han aparecido en varias comunidades políticas contemporáneas. Hoy podemos leer al pensador griego en castellano una vez más gracias a una nueva traducción, esta vez hecha por el extraordinario filósofo chileno Roberto Torretti, quien, además, nos ayuda a comprenderlo a través de una introducción y una prolija sección de Notas. El traductor da pie al libro dejando en claro que en él no repetirá “las generalidades de la vida, obra, tema, pensamiento, estilo y manuscritos de Tucídides” 1 , ya que esto lo hizo tiempo atrás, en la introducción de otro de sus trabajos titulado Por la razón o la fuerza (Ediciones Tácitas). En esta obra, entonces, solo se limitará a dar algunas indicaciones sobre el texto y la traducción de los relatos del historiador griego. Bajo un título goyesco –como él lo califica– Desastres de la guerra se propone narrar y comentar tres episodios “muy terribles, del tipo que hoy llaman daño colateral”
2 . El primero comprende los sucesos relacionados con la peste que aquejó a los atenienses durante tres temporadas. El segundo relata los sucesos de Córcira durante el quinto año de la guerra, y también analiza el fenómeno de la estasis o lucha de facciones. Y el tercero narra el saqueo de la pequeña apacible ciudad beocia de Micalesos por una banda de mercenarios tracios.
Adentrémonos en la obra. En la parte I del libro, titulada La peste en Atenas, cuenta Tucídides que una extraña enfermedad –el traductor, en concordancia con el sentido literal del texto cree que esta es la palabra correcta y no peste– azotaba la vida de las personas y animales de Atenas. Dentro de las páginas, el historiador griego describe de forma terrorífica sobre como la infección iba arrasando con la vitalidad de la polis; y para esto, comienza trazando un diagnóstico desde los síntomas, los cuales son retratados como “fuertes calentamientos de la cabeza y enrojecimiento e inflamación de los ojos; y por dentro, la garganta y la lengua tomaban color de sangre y emitían un aire insólito y maloliente” 3 . Tucídides detalla la extensión y magnitud de la enfermedad, señalando que “ningún cuerpo se manifestó, en cuanto a su fuerza o debilidad, suficiente para enfrentarla, sino que los cogía a todos juntos, también a los cuidados con todas las dietas” 4 . Además, se relatan elementos sociológicos provocados por la enfermedad, por ejemplo, cuando se describe que los habitantes “por decencia, se exponían a sí mismos visitando a los amigos” 5 , cosa muy parecida a lo que sucede hoy. Esta última observación tiene gran relevancia, porque deja ver un elemento que sorprende, y es el hecho de que Tucídides se adelantó al desarrollo científico en casi dos milenios, notando dos fenómenos de vital importancia para los médicos del presente, que son: el contagio y la inmunidad 6 (recordemos que los agentes patológicos comenzaron a ser demostrados recién con Louis Pasteur en el siglo XIX). De la peste se derivaron otros fenómenos curiosos, cuenta Tucídides que “la enfermedad también inició primero en la ciudad una mayor anomía en otros aspectos” 7 . Torretti, comentando tal pasaje, recalca la palabra griega “anomía”, que la sociología moderna ha hecho suya y la define como un fenómeno amplio que “designa precisamente un estado de ausencia o transgresión de las normas legales o consuetudinarias” 8 , y es en sentido amplio porque los nomoi “incluyen todos los hábitos y usos sancionados por la opinión pública, haya o no una pena asignada para las infracciones” 9 . La destrucción, la desesperación y el hacinamiento marcaron el paso de la peste por Atenas, y la crudeza se hizo ver en todo su esplendor; el libro describe como “cuerpos agonizantes yacían unos sobre otros y se revolcaban en los caminos y alrededor de todas las fuentes, medios muertos de sed”. En ese panorama oscuro cada cual buscaba sepultarse como podía, relata el griego.
La parte II del libro se titula La estasis de Córcira. Torretti, en la sección de Notas, explica que “La isla de Córcira, hoy Corfú, estaba ocupada por una sola polis, originalmente una colonia de Corinto –la cual– llegó a ser un próspero rival comercial de su metrópolis” 10 . El concepto clave que el filósofo chileno quiere establecer como una categoría de análisis es el de estasis. Tucídides emplea este término para referirse a “una quebradura que escinde la comunidad de una polis debido a un conflicto entre ciudadanos a propósito de una cuestión importante concerniente al bien común” 11 , y que se manifiesta en la práctica a través de “la disolución de las relaciones de derecho y de confianza entre los ciudadanos y la anteposición de los intereses de los partidos y de los individuos sobre los intereses de la polis” 12 . Es decir, aquello de lo que tanto se preocuparían por evitar Thomas Jefferson y James Madison más tarde en El Federalista, siendo del caso recordar que ambos fueron grandes lectores de historia grecorromana. Tucídides cuenta que con la estasis “cayeron sobre las polis muchas aflicciones, que se producen y que siempre existirán mientras la naturaleza del hombre sea la misma...” 13 . La guerra será la causante principal de estas desavenencias porque al sustraer lo necesario para la vida diaria exaltó las pasiones de la mayoría 14 . La maldad, la simplicidad, la desconfianza, el soborno y la hambruna recorrían el mundo helénico, y lo peor de todo es que las propuestas de los mediocres eran las que más tenían éxito
En la parte III, titulada Bárbaros en Micalesos, el historiador relata el embarque de “mil trescientos peltastas de la tribu, de Diacos, de los tracios que llevan sable, los cuales debían navegar con demóstenes a Sicilia” 17.
El problema fue que estos llegaron atrasados. Los atenienses, debido al gasto de conservación de su estancia y su inutilidad, planearon devolverlos a sus tierras. Diaitrefes fue el encargado de llevárselos, pero, al final, por circunstancias de la travesía estos terminaron arribando a Micalesos. Los tracios, cuenta Tucídides “saqueaban las casas y los templos y asesinaban a las personas sin respetar a las generaciones más viejas ni a las más jóvenes, sino a todas en serio, cualquiera con que tropezaran, matando también a niños y las mujeres, e incluso a las bestias de carga y a cuanto ser inanimado vieran” 18 . Arrasaron con todo a su paso. Los tebanos, al enterarse de lo sucedido, acudieron en ayuda de Micalesos, alcanzando a los tracios, recuperando lo robado y matando a varios de ellos.
Con el propósito de terminar y de no ahuyentarle las ganas a un potencial lector de adquirir el libro, recomiendo su lectura a quienes tengan interés en realizar comparaciones históricas con estos extraños días del presente. Me parece que el libro invita a practicar un sano ejercicio de humildad que nos hará ir dejando poco a poco aquella soberbia que nos incitaba a pensar que el desarrollo tecnológico nos había comenzado a tornar invencibles. Hoy, al igual que en la Grecia del siglo V a. C., vemos como vuelve a ser demostrada la fragilidad del ser humano ante sus vicios y ante las pruebas de la propia naturaleza. Tucídides tenía razón: seguimos y seguiremos siendo los mismos.
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Author
Álvaro Vergara Navarrete
Universidad de los Andes. Chile, Chile